Hay conversaciones con las que se puede disfrutar mucho. También hay conversaciones en las que se pueden aprender cosas que nunca te habrías planteado. Mi reciente conversación con la filósofa e investigadora Josefa Ros sobre el aburrimiento ha sido, sin duda, una de las más gratificantes e interesantes que he tenido en los últimos tiempos.
Esta investigadora postdoctoral que comenzó su carrera en la Universidad de Murcia es la directora del proyecto “Pre-bored” y consiguió el Premio Extraordinario de Doctorado por su investigación “El aburrimiento como presión selectiva en Hans Blumenberg”, una de sus cinco investigaciones postdoctorales en la UCM.
La enfermedad del aburrimiento
Su extensa investigación sobre el aburrimiento la ha llevado a trabajar en universidades como las de Stuttgart y Harvard. Y en la actualidad combina su trabajo de investigación con su labor docente dentro de la Universidad Complutense. El fruto de sus años de investigación se ha materializado en 2022 con el lanzamiento de La enfermedad del aburrimiento, el pasado mes de mayo.
Probablemente el aburrimiento nunca había resultado tan interesante como cuando Josefa habla sobre él.
¿Quién es Josefa Ros?
G “Bueno Jose. Gracias por aceptar el venir aquí, que sé que además estás pasando por una época regular de voz.”
J “Sí, estoy bastante fastidiada, pero muy agradecida también de esta oportunidad de tener esta charla.”
G “Yo feliz, yo feliz.”
J “Yo encantadísima.”
G “Bueno, cuéntanos. ¿Quién eres?”
J “¿Quién soy? Bueno, pues soy una investigadora. Una investigadora que se dedica a ahondar en los entresijos del aburrimiento. Ya me conocen como la del aburrimiento cuando hablan de mí “Esa es la del aburrimiento”. Llevo una década entera estudiando el aburrimiento y creo que me queda al menos otra entera como poco. He estudiado Filosofía. Me doctoré en Filosofía en la Complutense de Madrid, y digamos que soy una filósofa un tanto atípica porque me gusta hacer estudio de campo. Me gusta más estar en contacto con la gente, charlando, hablando, aprendiendo de la experiencia humana, que meterme en la biblioteca. Nunca he sido ratita de biblioteca.
G “Pero, tú eres murcianica ¿no?”
J “Soy murcianica. Soy murcianica, aunque entre el constipado, que no se me nota mucho el acento, que ya llevo bastantes años fuera de Murcia… Desde que terminé. Yo estudié allí la Licenciatura en Filosofía. Estudié allí la Licenciatura en Publicidad, para tener un plan b. Esto es algo que todos los filósofos tenemos que hacer, contar con un plan b.”
Josefa es docente en la UCM
G “Has tenido tres horas de clase antes de venir aquí.”
J “Sí, efectivamente. Tres horas y, además, con chavales de primero, que es lo que a mí me encanta. Es lo que más me gusta. Los de primero que están recién entrados en la universidad y es el momento de insuflárseles esa ilusión, ¿verdad?”
G “Y ellos tienen pasión por aprender.”
J “Sí.”
G “Ya luego se van estropeando algunos un poquico, ¿no?”
J “Bueno, eso es lo normal.”
G “Tienen menos ilusión.”
J “Es normal, porque uno empieza con algo, y no sabes si realmente te apasiona hasta que no llevas bastante tiempo con la carrera.”
G “Por eso es tan importante la primera impronta que marcan los profesores de primer curso.”
J “Desde luego.”
G “El entusiasmo, las ganas de aprender que se transmiten… Esas cosas son muy importantes.”
J “Pues yo soy una de esas profesoras, que te hace tener ilusión, aunque te hayas equivocado de carrera.”
G “Como debe ser.”
J “Eso me gusta pensar.”
El camino de Josefa por diferentes Universidades
G “Bueno Jose, tú que tienes experiencia internacional. Que has estado en Harvard. ¿Qué supuso para ti o cómo te adaptaste al cambio de una universidad magnífica que es la de Murcia? Sabes que allí hay Facultad de Veterinaria y yo tengo grandes amigos en esa universidad.”
J “Y es una de las mejores de España.”
G “Es una de las mejores de España y la universidad es una universidad magnífica. Pero es una universidad pequeñica.”
J “Sí”
G “Acorde al tamaño de la comunidad autónoma.”
J “Sí, sí.”
G “¿Cómo fue el salto de ir a universidades, no digo mejores, pero sí muy grandes, como Harvard y como la Complutense, que es tu casa ahora?”
J “Bueno, antes de estar en Estado Unidos estuve también un añito haciendo investigación en la Universidad de Stuttgart, y allí digamos que este fue el primer salto. La experiencia no fue demasiado buena, no la repetiría. No como la de Estados Unidos, que ahí si hubiese echado unos cuantos años más. La verdad es que no es tan distinto. En comparación con la de Murcia sí, sí se nota porque aquello era una facultad… Bueno, pues entramos en Filosofía en primero unas 30 personas y nos licenciamos dos en el año de mi promoción.”
G “¿Dos?”
J “Sí, todo el mundo se iba quedando a mitad de camino. Además, era cuando estaban las licenciaturas. Tenían los cinco años enteros y mucha gente entraba en Filosofía para luego cambiarse los dos últimos años a otra carrera. Entonces acabamos nada. Dos, tres, cuatro…”
G “Qué pena, ¿no?”
J “Muy poquitos, muy poquitos.”
G “Qué pena.”
La notoriedad de los cambios
J “Nadie llegaba al final. Y eso sí que era muy pequeño. Era muy pequeño. Además, en las clases yo he tenido asignaturas en las que era la única alumna. Yo con mi profesor delante, clases particulares completamente. Entonces sí, se notaba un poquito el cambio a una universidad como la de Stuttgart, por ejemplo. Pero también la calidad en la que fui a esta universidad o a la de Harvard ya era distinta, porque ya iba como investigadora no como estudiante, no como alumna. Lo cierto es que sí, que en calidad de investigadora se nota diferencia con la Universidad de Murcia.
Pero, por ejemplo, entre la Universidad de Harvard y la de aquí, la Complutense, no noto tanta distinción. Por ejemplo, sí que hay mucha formación obligatoria para docentes. Aquí somos quizás un poquito más laxos, dejamos más a voluntad del profesor si quiere seguir formándose, si se siente que está en equilibrio con respecto a lo que tiene que dar de sí en su tarea cotidiana. Y allí sí que nos tienen más fichados, están más pendientes de que tienes que seguir actualizándote, estar al día de cada metodología que sale.”
Su visión sobre el alumnado de la Complutense
J “Y luego, con respecto al alumno, yo prefiero al alumno de la Complutense. Es mucho más maduro e independiente el alumno de la Complutense en comparación con el de Harvard. Porque allí sí que estaba haciendo investigación y daba clases de investigación también, así que en ese aspecto me quedo con los nuestros.”
G “Bien, es una buena noticia.”
J “Sí, siempre lo digo, siempre lo digo.”
Su investigación en el área del aburrimiento
G “La verdad es que tú estás investigando en un área, para la gran mayoría de las personas que no somos muy afines, muy novedosa, ¿no? Que es el aburrimiento.”
J “No somos muy afines. Eso es relativo ¿eh? Porque realmente todos nos aburrimos, todos nos aburrimos. Incluso puede que te estés aburriendo en este preciso instante.”
G “Ya te digo yo que no.”
J “Pero todos conocemos más o menos qué es la experiencia del aburrimiento, lo que es más novedoso es presentarlo quizás desde ese prisma más negativo. Incluso diría desde el ámbito clínico. ¿Puede el aburrimiento ser una enfermedad? ¿Constituir un trastorno? Realmente el aburrimiento, esto que todos padecemos en algún momento del día, o en algún momento de la semana.
¿De verdad puede convertirse en una instancia patológica? ¿Tenemos que estar atentos por si se convierte en algo negativo? Porque sabemos cuántas emociones negativas, bueno, pues cumplen una función antropológica, ¿verdad? La tristeza, el miedo… Y sabemos que estos estados, si se perpetúan en el tiempo o si se dan en exceso, también pueden ir aparejados de esa traducción negativa en nuestro bienestar. Pues eso es lo que no habíamos parado a analizar. No nos habíamos parado a analizar acerca del aburrimiento quizás, y ahí es donde sí que entramos en algo un poquito más novedoso.”
¿Hay personas que están enfermas de aburrimiento?
G “¿Y tú has encontrado a personas que están enfermas de aburrimiento?”
J “La verdad es que es muy complicado dar con personas que sufran una patología del aburrimiento crónico, que es como se llama esto en la literatura científica. Patología del aburrimiento crónico. Esto significa que una persona tiene una altísima propensión a aburrirse. La propensión que cada cual, que cada uno de nosotros tiene al aburrimiento se puede cuantificar, se puede objetivar. Existen escalas de medición y uno puede hacerse el test y ve “Oye, pues sí que es cierto que tengo una propensión muy alta en comparación con este que tengo aquí al lado”.
Entonces hay personas que se aburren en toda circunstancia, independientemente de que el contexto cambie, de que cambien de actividad, se aburren con todo. Y, lo que es peor, son incapaces de saber qué les gustaría hacer para dejar de aburrirse. Que es esa definición que daba Tolstoi, “El aburrimiento el deseo de tener deseos”. Oye, pues quiero hacer algo que me entretenga y que sea estimulante para mí, pero no sé qué, no sé qué realmente. Pues no es común dar con personas que puedan caer dentro de esta escala de propensión al aburrimiento en un estadio alto. Lo más normal es que aquellas personas que se quejan de aburrirse constantemente esto se deba a que se encuentran en un entorno poco estimulante, en un entorno además que no te permite dar el paso a lo siguiente, escapar de esa fuente de aburrición.”
¿Se puede curar el aburrimiento?
G “Ya, ya, ya, ya. Y eso, aunque tú no eres clínica, ¿se puede tratar? ¿Se puede curar el aburrimiento patológico?”
J “¿Se puede curar el aburrimiento? Sí, realmente existen terapias que están enfocadas en potenciar nuestro lado más creativo. Sobre lo que estaba comentando, cualquiera de nosotros, los que tenemos una propensión al aburrimiento dentro de la normalidad, en el momento en el que empezamos a aburrirnos lo que hacemos es diseñar en nuestra mente una estrategia de huida frente a aquello que nos está aburriendo.”
G “Ya.”
J “Lo hacemos consciente o inconscientemente. Algunas veces observamos ese horizonte de posibilidades que tenemos delante y decimos “Oye, pues voy a intentar hacer esto” O “Voy a coger un libro”. O “Voy a ver una serie”. Otras veces lo hacemos automático. Directamente cogemos el teléfono móvil, ¿verdad? Y entramos en las redes sociales. El caso está en que muchas veces estas personas con alta propensión al aburrimiento no llegan a desarrollar esa estrategia de huida, por tanto, no la pueden poner en práctica y se quedan atrapadas en ese estado de aburrimiento.
Pues lo que hace el terapeuta es enseñarte qué es lo que tienes delante y no estás viendo, de alguna forma no estás teniendo en cuenta a la hora de diseñar esa estrategia de huida. Entonces se trata de potenciar tu creatividad para que seas capaz por ti mismo de analizar tus posibilidades, escoger entre una de ellas y salir de esa fuente de aburrición.”
G “Fíjate, con lo que ofrece la sociedad moderna ahora en nuestro entorno, claro, de aspectos para no aburrirte, que haya personas o haya momentos en que nos aburrimos. Todos, es verdad que todos nos aburrimos, nadie se libra.”
J “Nadie se libra.”
¿La oferta de ocio no es suficiente?
G “Pero es verdad que tenemos muchas ofertas culturales, de ocio, llámalo como quieras, para poder hacer cosas.”
J “Sí, sí.”
G “Pero hay personas que no pueden, ¿no?”
J “Es una de las grandes, pero, y no solo las personas que tienen alta propensión al aburrimiento, es que resulta que hasta los que estamos en un estado normal también nos aburrimos de los entretenimientos que nos ofrece la sociedad. ¿Por qué? Es algo muy paradójico de nuestro tiempo, hemos creado ese horizonte de posibilidades, ese abanico de posibilidades de entretenimiento casi infinito, como estamos diciendo, precisamente para no aburrirnos. Y resulta que al fin y al cabo también nos aburre.
Al final nos aburre ir al teatro, “Bueno, pues ya sé lo que es. Ya he ido varias veces, sé lo que esperar de esa experiencia”. ¿Vamos al cine? “Uf, al cine otra vez”. ¿Vamos a tomar algo con los amigos? “Es que ya sabemos cómo acaba siempre”. ¿Vemos una película? Bueno, pues me canso a la media hora. Cambio a otra plataforma. Entro en Twitter. Me canso de Twitter. Paso a Instagram. El problema está en que tenemos mucho de todo, pero ya lo conocemos, ya sabemos qué esperar, no nos representa ningún reto.”
¿Buscamos una excitación permanente?
G “Pero entonces es como que buscamos siempre una excitación permanente, ¿no?”
J “Sí, sí, sí.”
G “Que todo sea nuevo. Que todo sea novedoso, interesante. Que todo sea atractivo.”
J “Claro.”
G “En vez de disfrutar de cada uno de los momentos. De ir a ver una película, que sea un poquito peor y ya tienes un momento de ocio luego y de divertimento criticándola, ¿no? O sea.”
J “Ese es el problema del aburrimiento. Y es que al final, como ya conocemos todas esas opciones de entretenimiento, buscamos ir un pasito más allá y esto nos hace jugar con el peligro. Cada vez nos gustan más las actividades que conlleven riesgo. De alguna forma que nos representen un reto, que sea algo que no sabes qué esperar. No sabes qué esperar de esa experiencia, va a ser algo completamente rompedor. Y eso algunas veces va de la mano de comportamientos nocivos, perjudiciales, disfuncionales. Así que con esa parte es con la que hay que tener cuidado.”
G “Hay que andar con mucho cuidado.”
J “Hay que tratar, ¿verdad? De hacer ese ejercicio de conformarse también un poco con la realidad tal cual es.”
En qué consiste La enfermedad del aburrimiento
G Todo esto lo cuentas en tu libro, ¿no?
J Sí, sí sí.
G Vamos a hacer un poquito de propaganda de tu libro, ¿no?
J Muy bien.
G ¿Qué tal se está vendiendo?
J Se está vendiendo estupendamente.
G Bueno, puedes decir el título si quieres.
J La enfermedad, La enfermedad del aburrimiento. No porque el aburrimiento en sí sea una enfermedad de entrada, no lo es casi en ningún caso. Y volviendo sobre la pregunta que me has hecho hace un momento. De hecho, no tenemos ni siquiera suficientes herramientas de diagnóstico para poder diagnosticar una patología del aburrimiento crónico. Por eso el aburrimiento como tal no entra dentro del DSM, de este Manual Diagnóstico Estadístico de los Trastornos Mentales, de momento.
G De momento.
J De momento. E incluso los colegas más pioneros, los colegas del laboratorio de Canadá que se están encargando, son neuropsiquiatras y se encargan de tratar de dilucidar si puede haber alguna malformación a nivel neuro conector que sea la que provoque que uno se quede en ese estado de aburrimiento permanentemente. O sea, estamos un poco todavía en la infancia en este aspecto, así que no se puede decir mucho. La enfermedad del aburrimiento es más bien, haciendo referencia a esa metáfora que se ha utilizado para hablar del aburrimiento como algo doloroso, algo fastidioso, que nos produce malestar a lo largo de toda la historia de Occidente. Y se está vendiendo bien, se está vendiendo bien. Hace, no me meto muy a menudo, pero hace un par de días estable en el número 40 del top 100 de los libros de filosofía de Amazon.
G Caray.
J Y para mí eso ya es mucho.
G Enhorabuena.
J Ya es mucho, porque hace una semana estaba en el 80, así que eso significa que voy escalando posiciones. Y se publicó en mayo de 2022 y ya hemos tenido que hacer una primera reimpresión para Latinoamérica.
G Caray, qué éxito.
J O sea, que estoy encantada.
Un campo de estudio cooperativo
G Qué bien. Porque, claro, vuestro trabajo es tremendamente transversal, ¿no?
J Sí.
G El que tratáis en este problema. Desde aspectos sociales a aspectos médicos, fisiológicos, patológicos, es un trabajo muy cooperativo ¿no?
J Sí, sí, es multidisciplinar, por supuesto. Porque al final en ese ejercicio de desvelar los entresijos, los misterios del aburrimiento, entramos un montón de disciplinas. La primera que le prestó atención fue la filosofía, como a casi todo, ¿no? Pero es que, además, está la psiquiatría, está la psicología, la teología desde hace también siglos, la antropología, la sociología. Tenemos hasta la zoología. Porque ahora también hay un grupito de investigadores que se dedican a estudiar el aburrimiento en los animales, especialmente en los animales que viven en cautividad y cómo esto afecta a su bienestar físico y mental también, porque son criaturas que sufren, ¿verdad?
G Son seres vivos.
J Son seres vivos, efectivamente. Entonces esto es una ventaja, porque hace que tengamos un nicho de investigación amplísimo, riquísimo. Pero al mismo tiempo también nos ha traído muchos problemas. Por ejemplo, a la hora de definir el aburrimiento, es que no nos ponemos de acuerdo. Porque el filósofo lo considera desde un prisma, el zoólogo desde otro completamente distinto, el neuropsiquiatra desde otro, y al final, oye, nos enfrentamos, ¿eh? Pero bueno, creé la Sociedad de Estudios de Aburrimiento para…
Society of Boredom Studies
G ¡Ah! Eso no lo sabía.
J ¿Ah no?
G No lo sabía.
J ¿No? Pues sí, soy la creadora y presidenta actualmente de la International Society of Boredom Studies.
G Caray, no paras, ¿eh?
J No, no paro. *Ríe*
G Con lo joven que eres.
J Ya pararé, ya pararé, ya tendré tiempo.
G No, no, no pares, no pares nunca.
J Pero, sí, porque… Precisamente porque teníamos este problema. El filósofo hablando desde su disciplina, el sociólogo desde la suya, el psiquiatra desde la suya… Y nos dimos cuenta de que, si queríamos realmente avanzar un poquito, aunque sea en esto de los estudios de aburrimiento, no lo vamos a conseguir todo en este siglo.
G No, está claro.
J Cuando llevamos estudiándolo desde hace, bueno, desde la Grecia Antigua. Pero al menos moverlo un poco. Teníamos que llegar a ese acuerdo sobre qué es el aburrimiento. Y ahí estamos, pero no lo conseguimos, ¿eh?
¿Los animales se aburren?
G Seguro que sí, lo conseguirás. Tienes que contar con los veterinarios especialistas en comportamiento, que eso también puede ayudar en algún aspecto interesante, ¿eh? No te olvides.
J Sí, desde luego.
G Yo ya hago propagando de lo mío también. *Ríe*
J Hombre, claro que sí. Y mucha gente nos pregunta esto. “‘¿De verdad se pueden aburrir los animales?” Y yo, “Jolín”.
G Sí, claro que sí.
J ¿Es que no tienes mascota en tu casa?
G Por supuesto que se aburren, claro que sí.
J Y viene, el perrito viene, ¿verdad?, con el juguete a decirte “Oye, entretenme un rato”.
G “Juega conmigo”.
J “Que estoy aquí muerto del asco”.
¿Hay diferentes tipos de aburrimiento dependiendo de la edad?
G Bueno, como hay tantas capas de edad y sociales. ¿Los niños se aburren de forma diferente a los adultos, o a los jóvenes y a los mayores? ¿Cómo funciona eso?
J Se aburren más, los niños se aburren más, pero es por una cuestión completamente lógica. La experiencia es la misma en realidad. Es un momento en el que tu necesidad de excitación cortical no se corresponde con lo estimulante que percibimos en el entorno. Ese entorno o una actividad en la que nos encontremos inmersos. De repente entonces se produce ese quiebre, descienden los niveles de excitación cortical y necesitamos. Por eso nos sentimos mal, ese descenso se traduce en malestar, y necesitamos hacer algo para restablecerlos. Esto sucede igual para un niño de cinco años que para un adulto mayor de 85. El problema está en que un niño se cansa muy rápidamente de lo que conoce. En seguida lo da por superado, enseguida siente que esa realidad o esa actividad se ha quedado obsoleta, y es normal.
G Sí, es lógico.
J Es que tiene que ser así porque tiene que descubrir, tiene que descubrir el mundo en el que se encuentra, ¿verdad? Así que por eso enseguida vienen constantemente a los adultos a decirnos “Papá, mamá, que me estoy aburriendo”. Y con eso lo único que te está queriendo decir el niño es, “¿Qué más hay? Tú eres el adulto. Tú sabes de esto. Eres el que controlas, cuéntame qué más hay aparte de lo que ya conozco. Porque ya sé que está el pintar, está el videojuego, está la lectura (quizás, si tienes suerte), está el parque… ¿Qué más?”.
G Ya.
J “¿Con qué más puedo entretenerme? ¿Con qué más puedo seguir explorando lo desconocido?”
Investigación profunda en el aburrimiento de los mayores
G “Y tú has trabajado más en la, perdóname si me equivoco, en la etapa de los más mayores, ¿no? En el aburrimiento de nuestros mayores, ¿no?”
J “Eso es.”
G “Es muy diferente esa vía de trabajo con ellos, y con ellos el aburrimiento es parecido, salvo quitando a los niños… Yo soy una persona ya muy mayor, pero…”
J “Y te aburres.”
G “No. Bueno, sí… Me aburre alguna gente. *Ríe*”
J “Pero eso está bien.”
¿El aburrimiento puede ser saludable?
G “Pero a veces… Es una pregunta que… Mira, aunque no termine la anterior, te voy a preguntar esta. A veces, ¿el aburrimiento puede ser saludable?”
J “El aburrimiento es funcional. El aburrimiento, siempre que se de en esos términos en los que nos está permitido responder frente a ese aburrimiento, improvisar cualquier acción o cualquier historia para poder salir de esa fuente de aburrición. Cuando esto no es posible el aburrimiento deja de ser funcional. Y esto no es posible en esas dos situaciones que mencionábamos.
Por ejemplo, cuando es el individuo el que es incapaz, ya sea, pues por ese trastorno de la conciencia, por su personalidad o porque haya un problema a nivel neurofisiológico, aunque todavía no estemos en condiciones de afirmar que esto pueda existir. Pero también cuando nos encontramos en esos entornos, en ese contexto, que no nos permite dar respuesta frente a nuestro aburrimiento. Esto a veces pasa en el aula, por ejemplo, ¿verdad? El alumno se está aburriendo y le gustaría hacer algo. Y sabe qué le gustaría hacer para dejar de aburrirse, pero no lo puede hacer. No le queda más remedio que quedarse ahí. Cuando no podemos responder frente al aburrimiento, ahí deja de ser funcional.”
G “Ya. Pero tú has puesto el ejemplo de clase y ahora tengo que volver luego a la otra pregunta que te quería hacer.”
J “A la de los mayores.”
Cómo se expresa el aburrimiento en el aula
G *Ríe* Me está encantando lo que me estás contando. Pero, ahí está la labor del profesor y la profesora, ¿no? El decir, “Yo estoy detectando que os aburrís, vamos a hacer algún cambio en alguna cosa”, ¿no? Tenemos herramientas para hacerlo.
J Sí, sí. Lo bueno es que el aburrimiento siempre se ve, el aburrimiento se manifiesta. Se manifiesta a través del bostezo, esta postura, ¿verdad? *Gesticula* El alumno que está mirando por la ventana… Ahora además es que te sacan el teléfono móvil.
G En seguida
J Como no captes su atención sacan el teléfono móvil y te están dando el mensaje. Y luego, mucho cuidado esto para todos los docentes. Mucho ojo con ese alumno que está todo el rato así *asiente*, que a lo mejor está en piloto automático.
G ¿Ah sí?
J “Que a lo mejor está en piloto automático, es verdad, y no te está ni escuchando. Entonces el docente no tiene que ofenderse. El aburrimiento es natural, es natural. No tiene que ofenderse, y en el momento en que está percibiendo que sus alumnos se aburren tiene que tomarlo como una oportunidad. Una oportunidad de repensar la metodología que está utilizando y cambiar.
De hecho, te cuento Joaquín una cosa muy interesante que empezamos a hacer aquí en la Complutense hace una añito y medio, pero de momento está parado. Y era un detector, queríamos utilizar un grupito de informáticos y yo queríamos utilizar la inteligencia artificial para detectar el aburrimiento a través de los gestos, de los cambios faciales en las clases online en la Complutense y que esa Inteligencia artificial fuese capaz de mandarle un mensaje al docente y decirle, “El 80% de tus alumnos se está aburriendo, haz algo porque están empezando a navegar por otras plataformas y te están dejando de atender”.
G “Es verdad que los estudiantes, el estudiantado al final buscamos que se entretenga, ¿no? Pero hay quizás una mayor exigencia hacia el profesorado de que tienen que ser clases divertidas, dinámicas tal… En mi tiempo era otra cosa.”
J “No hay que pasarse con la gamificación tampoco.”
G “No hay que pasarse, exactamente. Yo no soy partidario, ¿eh? Habrá compañeros que sí, pero yo, yo no soy partidario de hacerlo todo como un parque de atracciones…”
J “No, desde luego.”
G “El aprendizaje es el aprendizaje, y tiene que pasar por distintas fases. Sin ser experto, ¿eh?”
Aburrimiento no es lo contrario a diversión
J “Pero esto no necesariamente va a provocar que el alumnado se aburra. Porque aburrimiento no es lo contrario a diversión, no es lo contrario a entretenimiento. Aburrimiento es lo contrario a significado. Entonces, eso es…”
G “Explícame eso.”
J “Sí sí, es justo lo contrario a significado. Nosotros nos aburrimos cuando estamos sin hacer nada y sentimos que estamos empleando el tiempo de manera insignificante. O cuando estamos obligados a hacer cosas que para nosotros no tienen significado. Entonces es cuando nos aburrimos.
Pero yo, por ejemplo, paso muchas horas al día trabajando, y no estoy riéndome ni me estoy divirtiendo, pero lo que hago tiene significado para mí. Incluso a veces estoy llorando, tengo conversaciones con personas mayores en residencias que me hacen llorar. Esto no es, es todo lo contrario a diversión, a estar entretenido divirtiéndote. Pero es tan significativo para mí que no me aburro.
Así que, si tu al alumno le transmites el conocimiento de una forma que comprenda que ese conocimiento tiene significado para su vida, para sus objetivos, para sus horizontes, estás evitando el aburrimiento. O sea, que no tenemos que cebarnos con la gamificación.”
G “No, está claro, está claro.”
J “Las aplicaciones, no todo tiene que pasar por el teléfono móvil. Bueno, hay que hablar su lengua dentro de lo que cabe, pero…”
G “Sí, hay que adaptarse un poco a… El estudiantado está evolucionando con la sociedad ¿no? Y tenemos gente estudiando, estudiantado que recibimos con las necesidades que son ligeramente diferentes o muy diferentes a las mías. Menos diferentes que las tuyas que eres mucho más joven.”
J “Pero también, también ya lo son ¿eh?”
G “¿Ya notas un salto generacional? Caray, pues tú imagínate yo que tengo más años que el hilo negro. *Ríe* Pero, fíjate, personas que tienen una carga laboral de actividad muy grande, a veces el aburrimiento puede ser una forma de desconectar, ¿no? De romper un poco. Donde está tan… Estoy preguntando… Corrígeme si digo una barbaridad ¿eh?”
J “Si una persona tiene tal carga laboral que ansía un momento de descanso, de descanso, no de aburrimiento.”
G “Sí, claro.”
J “Que no tiene nada que ver.”
G “Quizás es lo que quería decir.”
J “Ansía tener tiempo en el que, quizás, podría surgir el aburrimiento. Quizás si tienes tiempo libre y no lo inviertes bien a lo mejor acabas aburriéndote. Pues bueno, esa persona tiene que preguntarse si realmente no será ya víctima del aburrimiento.”
G “Podría ser.”
J “Porque es más que probable que ese trabajo al que está dedicando tanto tiempo, esas obligaciones, ese tiempo del deber no está desarrollándose de la forma en que esa persona espera. No le está aportando lo que esa persona espera. Y esto es un tipo de aburrimiento también, es un tipo de aburrimiento.”
¿Investigarás el aburrimiento en un tiempo prologando?
G “¿Tú ves que vas a estar mucho tiempo investigando el aburrimiento?”
J “Me queda mucho, porque estudiar el aburrimiento desde la perspectiva en la que yo lo hago, que es con esa aplicación práctica en el sector geroasistencial. A mí me gusta, estudiar el aburrimiento me gusta. Ojalá no tuviera que hacerlo. Pero me preocupa la experiencia del aburrimiento en los mayores que viven institucionalizados, en estos mayores que están en las residencias. ¿Por qué? Pues porque considero que las residencias son uno de esos entornos que ponen muy complicado a veces el hecho de que podamos desarrollar esa estrategia de huida frente a lo que nos aburre y llevarlo a la práctica.
Ya no solo hablamos de la residencia como institución en sí misma, sino que hablamos de personas que tienen altos niveles de dependencia, que necesitan de otros que les apoyen para poder cumplir sus deseos, hacer lo que quieran. Entonces, bueno, este tema ha despuntado en España ahora mismo y me siento muy feliz y orgullosa de haber sido la que ha dado…”
G “Eres pionera.”
J “Eso es, eso es. De haber dado con esta pregunta. Y además me gusta mucho que la gente se sorprende sobremanera cuando me dicen “¿Pero tú que eres gerontóloga? ¿Qué eres, psiquiatra? ¿Eres psicóloga?”. Y le digo “No, no, soy filósofa”. Y me ponen la cara como, “¿Y tú qué haces aquí? ¿Qué pintas aquí?”. Y digo “Bueno, porque ha sido una filósofa la que se ha dado cuenta de un problema que vosotros que estáis dentro de ese marco de trabajo cotidiano hayáis pasado por alto”. Esto es lo que hace aquí un filósofo, ¿verdad?, algunas veces. Esa vista de pájaro con la cual, bueno, nos percatamos de realidades que otras personas que están en su trabajo en disciplina no se percatan.”
G “Yo lo que veo es que te gusta mucho la docencia ¿no?”
J “Sí, me encanta.”
G “Porque estás siendo muy divulgadora conmigo.”
J “Y didáctica.”
G “Didáctica, eso, no me salía la palabra. Muy didáctica conmigo.”
Pasión por la docencia
J “Sí, sí, me encanta la docencia. Eso es algo, siempre supe que me quería dedicar a la docencia. Y ojo, a la docencia universitaria. El instituto nunca fue una posibilidad para mí porque la verdad es que todavía me siento joven.”
G “Es que lo eres.”
J “Y los alumnos del instituto son demasiado, están demasiado cerca de la adolescencia todavía para mí. Todavía tengo mi adolescencia muy reciente y no quiero revivirla, ni a través de mi ni a través de mis alumnos. Entonces me gusta la universidad porque es otra cosa, es otro rollo completamente distinto. Así que sí, sí, es algo que me apasione.
Luego, el placer por la investigación ha llegado después, ha venido solo, y también me gusta muchísimo. Pero lo que más me gusta es hablar de lo que hago, explicarle a los demás lo que conozco. ¿De qué sirve realmente adquirir conocimiento y pasar el tiempo inmerso en un tema de estudio tan complejo como es el aburrimiento si no es para, después, bueno, pues intentar ayudar a los demás con esto? Y explicarles también qué es lo que yo he aprendido. Pero en vez de tener que estar 10 años te lo pueda explicar en 10 minutos.”
Sentimiento complutense
G “Llevamos un buen rato charlando ¿eh? Ya creo que estoy abusando mucho de tu tiempo, que es muy valioso.”
J “*Ríe* En absoluto.”
G “Espero que no te hayas aburrido conmigo.”
J “No, no, no, por supuesto que no. Y además estaba deseando. Me apetecía mucho tener una charla más tranquila, informal, con mi rector.”
G “Bueno, con Joaquín.”
J “Con Joaquín.”
G “Yo te auguro un gran futuro. Espero que quieras seguir siendo complutense.”
J “Por supuesto que sí, corporativa 100%.”
G “Al 100%. Es que yo coincido en tantas, mira que somos de edades diferentes, de áreas totalmente diferentes, coincido en tu análisis en muchísimos aspectos. En lo que te gusta, en la universidad… Llevamos un trayecto similar.”
J “Yo quiero hacer carrera docente e investigadora en la Complu, pero también administrativa. Es decir, que mi nivel de implicación con la institución va un pasito más allá.”
G “A tope. Eso es bueno saberlo”
J “Por aquí nos veremos”
G “Nos vamos a ver. Bueno, yo ya me queda menos para jubilarme, pero bueno. Mira, solemos terminar las… Salvo que quieras decir algo más, y yo creo que ahora te conocemos mucho mejor que por las entrevistas que has hecho…”
J “Está bien despertar la curiosidad un poquito, sin cansar tampoco. *Ríe*”
G “Sin duda. Aparte no solo es el tema, es tu personalidad que es muy interesante. Eso nos ha gustado seguro, todo vamos a disfrutar. Pero para no hacerte hablar más, que, sino no vas a poder hablar esta tarde en casa, con tus amigos, con la familia…”
J “Esta tarde doy una charla.”
G “¿Otra?”
J En una cena de Navidad.
G No me lo puedo creer.
J Sí, ya soy showgirl. *Ríe*
Un reto, una oportunidad y un consejo
G “*Ríe* Te vas a poder ganar la vida con eso. Mira, solemos acabar las entrevistas, es una tradición, haciéndote tres cuestiones. Es un juego ¿eh?”
J “Veamos.”
G “Que me des un reto, una oportunidad, para las personas que están interesadas en ti y en lo que tú haces. Un reto, una oportunidad y un consejo. O un reto que te haya supuesto a ti, que se puedan encontrar, lo que tú quieras. Una oportunidad que tú hayas tenido y que ellos puedan tener. Y un consejo para decir a las personas que nos estén estuchando y que están interesadas en tu figura, que es lo más importante, y en lo que haces.”
J “Vale, estupendo.”
G “Sé tú ¿eh? No seas políticamente correcta.”
J “No, nunca, jamás. Eso no va conmigo. Pues, a ver. Como reto me gustaría… Va a estar todo un poquito relacionado con la cuestión del aburrimiento y de lo que es mi vida en la investigación, la academia. Como reto me gustaría que aquellos que nos están viendo se reten, se atrevan a hablar más a menudo de lo que les aburre, a hablar del aburrimiento. Creo que hablamos poco de lo que nos aburre como sociedad y esto es por una cuestión muy sencilla, y es que a veces nos avergüenza admitir que algo nos aburre. Incluso cuando somos muchos los que compartimos esa sensación nos avergüenza porque no queremos que piensen que estamos vacíos por dentro, que tenemos poco mundo interior.
Pero hay que hablar del aburrimiento, hay que entender la experiencia del aburrimiento como algo natural, y precisamente en ese hablar del aburrimiento es donde vamos a dar con las mejores claves para ponerle solución evitando esas respuestas desadaptativas. Así que hay que atreverse más a manifestar ese aburrimiento. *Bosteza* A manifestarlo siempre y a comentar qué es lo que me aburre y qué es lo que no me aburre. Como oportunidad, pues voy a decir que aquél que quiera saber más sobre mi investigación sobre el aburrimiento tiene la oportunidad de hacerlo yendo a la lectura de ese libro de La enfermedad del aburrimiento.”
G “Ya hemos colado el… *Ríe*”
J “*Ríe* Ese es el product placement, por supuesto, y estoy, por supuesto, a disposición de cualquiera para resolver dudas y ahondar un poquito más en estas cuestiones. Y bueno, como consejo tengo que moverme un poquito hacia lo que es mi ámbito de trabajo que es la investigación. Quiero dar un consejo a las personas que están empezando ahora, o que se están empezando a plantear hacer carrera investigadora, dedicarse a la academia, a la docencia en la universidad. Yo sé que a veces asustan un poco, es el consejo que a mí me gustaría que me hubiesen dado hace unos 10 años. A veces asustan un poco, puede ser complicado, puede ser vertiginoso, ¿verdad?
Pero, si realmente te apasiona, te gusta, tienes esa idea y quieres perseguir tu sueño tengo que decirle a la gente que como se consigue es trabajando duro, dedicándole muchas horas, creyendo en lo que uno hace. Esto va un poquito a contracorriente de esta línea que ahora nos están vendiendo de “No creas, no deposites todo en la meritocracia porque no todo depende de tu trabajo”. Bueno, si no todo depende de tu trabajo, un porcentaje altísimo sí que depende de lo que tú hagas. De cuánto te apasiones, de cuanto quieras dar de ti para conseguir tus objetivos. Así que, sin miedo, a por esas financiaciones, a por ese sueño que hay en la mente del investigador… y esto es todo yo creo. Este es mi consejo.”
Despedida
G “No está mal ¿eh? Y además que creo en lo que acabas de decir. Bueno Jose, te agradezco tantísimo que hayas estado conmigo. Te sigo desde hace tiempo, me interesa mucho no solo tu trabajo, sino me interesa el personaje ¿no? Una pionera en este tema de la investigación del aburrimiento. Y aunque, bueno, se nota tu entusiasmo, que crees en lo que haces, y aunque las personas que nos estén viendo ahora, (ojalá que sean muchas porque aprenderán muchísimo) lo que no van a percibir es la mirada tan limpia que tienes. Una de las miradas más limpias que he visto en los últimos años.”
J “Muchísimas gracias.”
G “Así que yo te agradezco tu entusiasmo. Te agradezco el que quieras seguir siendo Complutense.”
J “Por supuesto que sí, hasta que me echéis aquí me quedo.”
G “*Ríe también* Aquí no se echa a nadie bueno, eso está claro. Bueno, no echamos a casi nadie, pero a los buenos menos. Yo te deseo toda la suerte del mundo. Y bueno, tu universidad y tu facultad, y tus estudiantes son muy afortunados de tenerte. Muchas gracias Jose.”
J “Un placer, muchísimas gracias.”